Enemigos íntimos

Podía haber titulado este post «Pensamiento único», «Pienso, luego existo»,  «Pensamiento bipolar»… cualquiera, podría resumir lo que desde hace tiempo vengo apreciando en nuestra vida cotidiana, una tendencia iniciada en política y en fútbol, más antiguamente, que consiste en el «hooliganismo», y perdón por el palabro, los fanáticos de toda la vida, vamos, o cómo ponerte en el otro lado, en el lado «contrario», lado incluso «enemigo», el lado de que si no estás conmigo, estás contra mí, y como pack bienvenida, te marcan con una serie de supuestas y «presupuestas» etiquetas, gustos, ideas, favoritos, afines, en todos los ámbitos de tu vida social, cultural, ciudadana, privada y pública, y ya eres todo un enemigo a perseguir y combatir, o eres miembro de no se sabe muy bien qué.

O sea, que según y cómo, si no te muestras afín a una idea en toda su plenitud, te adjudican automáticamente toda una variada gama de matices de los que no eres consciente, por supuesto, y que, además, no sólo puede que rechaces, sino que algunos te pueden horrorizar, incluso.

Y ya eres un enemigo o amigo. Ya estás alistado en el bando enemigo o amigo, ya eres un malo, o un bueno. Aunque no quieras, aunque no tengas la más remota intención, aunque ni siquiera tengas conocimiento de ello, ni hayas otorgado ningún consentimiento.

Ya tienes un «personaje» con sus ropas, gustos, colegas, ideas, vamos, como un idiota y siniestro juego de rol en el que ni siquiera has solicitado tu participación.

El mundo así es un peligro, estaría dividido en dos bandos simplistas, «los buenos» y «los malos», sin argumentos, porque yo lo valgo, de un lado los míos y yo, y del otro, los demás, sin más. Absurdo, no?

Conmigo que no cuenten, porque oigo, escucho, leo opiniones, no consignas, y unas me gustan y otras no, no dependiendo de quien o qué ideas tenga quien las emita.

Porque no soy anti nada, sino pro.

Rechazo los ropajes, los aditamentos y las decoraciones que se me presuponen, porque tengo las mías. Rechazo los amigos y enemigos que alguien pretende endosarme, porque a mis amigos los elijo yo, y enemigos no tengo, al menos, que yo haya elegido. Rechazo las ideas que me adjudican, porque las tengo propias, te gustarán más o menos, podemos hablarlas, debatirlas, compartirlas, intercambiarlas.

Rechazo el «personaje», porque soy persona, y mi trabajo me ha costado, porque todo lo que he pasado para llegar hasta aquí, es mi curro y el de quienes me soportan y apoyan, disfrutan y aguantan.

Porque ni soy vuestra ni estoy contra vosotros, porque siempre podemos  hablarlo.

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